Los líderes de este tiempo tienen la gran responsabilidad no solo de responder ante los indicadores de resultados marcados por la organización, sino que también deben tener la capacidad de liderar y gestionar los equipos que supervisan, tomando en cuenta que quienes trabajan a su lado tienen habilidades, fortalezas y destrezas, pero también personalidades, limitaciones y debilidades, así como ellos mismos y que parte de su rol es identificarlas para utilizarlas de manera inteligente y trabajar en los aspectos que se requiera.
Los entornos de trabajo se han convertido para muchos en espacios de crecimiento personal y profesional, mientras que para otros es el lugar al que temen volver cada lunes, el miedo y el malestar parecen ser de las emociones predominantes, en donde la imposición y las conductas tiránicas están a la orden del día, los jefes se convierten casi que en los padres de sus subordinados, en donde se coarta la creatividad, la innovación, y la posibilidad de equivocarse no existe, se vive casi que una cárcel disfrazada de libertad.
¿Y cuál es el rol del líder en todo esto? Pues la cultura interna (de la organización o del departamento) será presidida por la energía marcada por su líder, si es uno cohesivo e impositivo es difícil tener una cultura interna participativa, en lugar de ello los colaboradores se convierten en entes robóticos que se niegan a pensar y solo cumplen con las directrices marcadas, pero si tenemos un líder que permite la participación, que provee guía y entiende el error como parte del proceso, tendremos una cultura orientada al crecimiento y expansión conjunta.

La manera en la que el líder gestiona sus propias emociones influye directamente en el bienestar general, si es uno que se lleva los problemas de su casa al trabajo, si no sabe lidiar con las presiones que ejercen de arriba y las bajas tal cual a sus subordinados, si explota con mucha facilidad, si se cree mejor y se evidencia su aire de superioridad, si no sabe proveer feedback sin irse a lo personal, si no sabe admitir cuando se equivoca, si no sabe asumir la responsabilidad de sus decisiones y en lugar de ello culpabiliza a los demás, si no apoya a su equipo e insiste en los errores cometidos, si no provee de las herramientas necesarias para realizar el trabajo, si no se permite ser vulnerable y pedir ayuda o decir cuando no sabe acerca de algo, si no toma en cuenta lo que piensan los miembros de su equipo y no se interesa genuinamente por ellos, si tenemos a “un líder” con estas características, es difícil que pueda proveerle de un espacio seguro y al que los demás quieran ser parte, probablemente cambiar de empleo se encuentre dentro de los intereses inmediatos de su gente.
Dicen que la gente no renuncia a las empresas, sino a los jefes y si este no se sabe autoliderar y autogestionar a sí mismo, será incapaz de hacerlo con otros.
Para esta gestión emocional que proponemos no se requieren estudios profundos de psicología, pero sí de mucha empatía y deseos de impactar positivamente en la vida de las personas que se supervisa, porque más allá de las posiciones y cargos, existen los seres humanos que están detrás, es por ello por lo que a continuación te comparto algunos tips en caso de que te hayas sentido identificado con algunas de las descripciones antes mencionadas:
• No tomes decisiones desde la emocionalidad, se ha descubierto que cuando estamos sumergidos en las emociones nuestro lóbulo prefrontal que se encarga de las operaciones ejecutivas se apaga y dejamos de pensar de forma coherente, de ahí la razón por la que comentemos muchos erros al actuar desde la emoción.
• Hacer una pausa entre el momento en el que te sientas alterado y la acción que tomarás (antes de enviar ese correo hiriente, antes de hacer esa llamada, antes de tomar esa decisión), desapégate del hecho e intenta verlo en perspectiva. Puedes hacer una caminata y permitirte tomar aire, quizás te des cuenta de que el problema no es tan grande como creías.
• Conviértete en el espejo al que tus subordinados se volteen a ver para buscar referencias de como comportarse ante una situación desafiante.
• Provéele de las herramientas necesarias para que tu equipo pueda realizar el trabajo que se espera de ellos.
• Has que se sientan apoyados y escuchados, difícilmente te dejarán solo ante una situación difícil.
• Sé capaz de representar a tu equipo, de resaltar sus habilidades y proveerles del feedback adecuado en privado.
• Invierte en tu propio crecimiento como persona, definitivamente eso impactará en la forma en que lideres a otros. Ser un buen líder empieza por realizar el trabajo sobre el ser humano que somos.