¿Realmente estamos preparados para contener una crisis? Es una pregunta es sencilla, pero con una respuesta compleja. En este PIZZOLANTE Voice compartimos algunas de las premisas indispensables para atender una contingencia reputacional efectivamente y solventar esas brechas que nos mantienen a la deriva durante los momentos difíciles
En un estudio del Institute Crisis Management (IMC) donde se analizaron los escenarios críticos para el 2024 se observó un aumento significativo en los planes de comunicación de crisis y formación dentro de las empresas, como un signo esperanzador de que más organizaciones están reconociendo que la planificación y la preparación son fundamentales para proteger, tanto la reputación como los resultados.
En sus conclusiones el IMC afirma una realidad que nos grita a voces, la inversión en planificación y preparación es pequeña comparada con los costos humanos y financieros de afrontar una crisis o catástrofe sin una estrategia. Entonces las empresas tienen en sus manos tomar la mejor decisión: si prepárese y prevenir o quedarse sentado a esperar que la crisis llegue, para reparar por los daños ocasionados.
Entre sus recomendaciones invitan a los líderes a:
- Involucrar a los consejos de administración en la gestión de crisis. Ya que tienen la autoridad para crear el sentido de urgencia necesario para participar en la preparación ante una crisis.
- Invertir en planificación y formación. Y asesorarse con equipos expertos para hacerlo con efectividad.
- Evaluar las vulnerabilidades de las empresas frente a las diversas categorías de crisis que manejen en su sector y desarrollar estrategias para gestionarlas.
- Documentar las lecciones aprendidas y actualizar el plan de gestión de crisis oportunamente para hacer frente a un desastre generalizado.
A esto, desde PIZZOLANTE le sumamos algunas recomendaciones que forman parte del ABC de la gestión de riesgos, contingencias y crisis reputacionales:
- Detectar y darle seguimiento a los riesgos estratégicos que puedan impactar la sostenibilidad de la empresa y su reputación.
- Tener preparado un equipo de atención, con funciones claras y las herramientas que le ayuden a mitigar y atender oportunamente los riesgos estratégicos, para evitar que detonen las crisis.
- Desarrollar, documentar y socializar los protocolos de actuación con el paso a paso de la atención, para disminuir los tiempos de respuesta en caso de la activación de cualquier riesgo.
- Impulsar transversalmente una cultura preventiva alineando a los colaboradores sobre su rol en la prevención y detección de situaciones que pongan en riesgo a la organización, a su gente y su sostenibilidad.
- Revisar constantemente el ciclo de atención de los riesgos reputacionales, para detectar fallas y mejorarlo, porque el entorno se va complejizando y los retos son mayores.
En todo caso, la gestión de riesgos estratégicos debe estar entre las prioridades del core business de cualquier organización sin importar su tamaño.
Queda en manos de sus líderes abordar la preparación en el momento adecuado, antes de que sea tarde y la sostenibilidad esté comprometida.