Por: Oriana González Villarroel / Account Executive
Recientemente, la Asociación de Directivos en Sostenibilidad de España (DIRSE) celebró un evento muy especial: los primeros premios para reconocer la trayectoria de los profesionales de la sostenibilidad. Este hito no solo reconoció el compromiso de líderes empresariales con la sostenibilidad, sino que también generó diálogos valiosos en torno a cómo liderar en un mundo cada vez más complejo y polarizado.
Una de las principales conclusiones que surgieron de las mesas de trabajo fue la evolución del perfil del líder en sostenibilidad. Ya no basta con ser un gestor eficiente, sino que se requiere un líder empático, capaz de fomentar la complicidad entre equipos de diferentes áreas y enfrentar la creciente complejidad de los temas. Este nuevo paradigma demanda conocimientos especializados pero también una visión integradora, ubicándose en medio de la polarización y la fricción para impulsar un enfoque ético de los negocios.
La colaboración también emerge como un tema central. Romper los silos y fomentar la colaboración interdisciplinaria es fundamental para abordar los desafíos complejos que enfrenta la sostenibilidad. La capacitación juega un papel clave en este proceso, equipando a los líderes con las habilidades necesarias para navegar en un entorno empresarial en constante evolución.
Es esencial reconocer que la sostenibilidad no es solo una cuestión de imagen corporativa o cumplimiento normativo. Empresas con malas gobernanzas corren el riesgo de desaparecer, y esta responsabilidad es tanto moral como financiera. La sostenibilidad no solo se trata de mitigar riesgos, sino también de aprovechar oportunidades de crecimiento y generar valor a largo plazo para accionistas y todas las partes interesadas.
En este contexto, la gobernanza juega un papel crucial. La regulación en materia de ESG (Ambiental, Social y de Gobernanza) está en aumento, pero su efectividad radica en su capacidad para impactar los números. Es hora de abandonar la noción de que la sostenibilidad es un lujo opcional y reconocerla como un imperativo económico. La calidad de la regulación es igualmente importante, y debemos presionar a los entes que las realizan para que eviten contradicciones que puedan obstaculizar el progreso.
En última instancia, la sostenibilidad no es solo una estrategia de negocio, sino un compromiso con el futuro. Las empresas que adoptan un enfoque proactivo hacia la sostenibilidad están mejor posicionadas para prosperar en un mundo en constante cambio. Más allá de los premios y reconocimientos, es el legado que dejamos para las generaciones venideras lo que realmente importa. La sostenibilidad no es una opción, es una necesidad imprescindible para garantizar un futuro próspero y equitativo para todos.