En un entorno empresarial cada vez más impredecible, marcado por la fragmentación institucional, la polarización social y los nuevos alineamientos geopolíticos, la sostenibilidad del negocio no depende solo de lo económico, sino de la capacidad de una organización para interpretar, actuar y trascender.
Durante su participación en ExpoBODEGA25, Italo Pizzolante abordó una pregunta esencial para las empresas de Guatemala y de la región centroamierciana en general.:
¿Qué significa liderar hoy, cuando la confianza es el principal activo intangible y el entorno desafía constantemente la legitimidad de las instituciones?
El planteamiento parte de una premisa: liderar no es solo gestionar, sino modelar. Y para hacerlo, es necesario comprender cómo se interrelacionan el liderazgo, la gobernanza y la reputación.
Una de las ideas clave de la presentación fue la necesidad de integrar tres dimensiones para asegurar la continuidad estratégica de las organizaciones:
- El entorno social y económico, que establece las reglas de juego, los riesgos reputacionales y las expectativas colectivas.
- La actuación institucional, que define la relación con la ciudadanía, los actores públicos y la sociedad civil.
- La actuación empresarial, que representa la toma de decisiones, el impacto económico y la coherencia operativa.
Cuando estas dimensiones no se alinean, el riesgo es la pérdida de confianza. Cuando se articulan con propósito, surge una propuesta de valor compartido, capaz de generar legitimidad sostenida y mitigar la presión del entorno.
Otro de los aportes fundamentales fue el modelo que sitúa a la gobernanza como el eje que conecta estrategia, mensajes y habilidades dentro de la organización. Esta propuesta no es solo conceptual, sino operativa.
En momentos de presión o disrupción, la gobernanza no puede limitarse a estructuras formales o protocolos reactivos. Debe:
- Traducir el entorno en decisiones estratégicas,
- Alinear los mensajes con las acciones reales,
- Y asegurar que los líderes y equipos cuenten con las capacidades necesarias para ejecutar con impacto.
Este enfoque permite que las organizaciones dejen de moverse desde la improvisación y pasen a operar desde la coherencia. Es allí donde la reputación se convierte en un activo patrimonial, no solo en un resultado de la comunicación.
Finalmente, se compartieron tres focos clave que permiten a las organizaciones responder de forma integral al desafío de construir confianza en el contexto actual:
- Descifrar el entorno con inteligencia contextual: entender los factores sociales, políticos, culturales y generacionales que afectan la percepción y el desempeño de las organizaciones.
- Construir confianza desde la coherencia: reforzar la conexión entre lo que la empresa hace, dice y representa, entendiendo que la confianza no se comunica, se genera.
- Fortalecer la gobernanza como expresión de liderazgo: asegurar que los liderazgos no solo estén alineados con la estrategia, sino con un propósito de trascendencia institucional.
Reputación como concecuencia:
La reputación no se diseña desde la apariencia, sino desde la coherencia. Es por resto que en PIZZOLANTE, creemos que el liderazgo no se ejerce en aislamiento, ni la reputación se construye desde la espontaneidad. Ambas requieren método, visión y una profunda comprensión del entorno.
Nuestro compromiso es acompañar a las organizaciones en ese proceso, inspirando e impulsando su capacidad de adaptación para que fortalezcan su gobernanza, afiancen sus mensajes, afiancen su estrategia y desarrollen las habilidades necesarias para sostener su legitimidad en tiempos de cambio.