Casi al final de agosto, a punto de terminar la temporada de espectáculos de verano en Europa, los organismos de seguridad vislumbraban que el peor momento había pasado sin incidentes mayores. Pero ocurrió un grave incidente terrorista en Solingen, Alemania. La ciudad celebraba su 650 aniversario cuando un hombre atacó con un cuchillo a las personas que se encontraban en un festival musical, asesinando a tres de ellas y dejando heridas a otras cinco.
La relativa facilidad para que una persona pase inadvertida portando un cuchillo ha hecho posible que este tipo de ataques de haya multiplicado en Europa. Aunque las autoridades alemanas no tienen estadísticas unificadas en un solo registro, una nota informativa de DW, citando fuentes policiales, contabilizaron 8.951 casos en 2023. La gran mayoría ocurren en riñas o asaltos. Solo algunos pocos pueden ser considerados como ataques terroristas.
Dos eventos deportivos constituyeron los mayores retos de seguridad este verano ante posibles amenazas terroristas. La Eurocopa de Fútbol que se jugó en Alemania y los Juegos Olímpicos París 2024, se superaron sin que se materializaran amenazas por ataques motivados por intolerancia religiosa.
Pero luego vino una amenaza creíble que obligó la suspensión de varios conciertos de Taylor Swift en Viena, a los cuales se esperaba que asistieran alrededor de 200.000 personas. Un adolescente, que habría prometido lealtad al grupo Estado Islámico (EI), confesó que pretendía llevar a cabo un ataque con explosivos y cuchillos durante uno de los conciertos.
Manteniendo la debida distancia en el análisis del entorno latinoamericano, ¿es posible considerar un ataque terrorista como una amenaza posible en alguno de nuestros países? Tal vez su primera respuesta sea negativa, pero ese es, justamente, un error común que se comente en la evaluación de amenazas y riesgos potenciales. “No, eso no puede pasar aquí”, o “nosotros no tenemos ese riesgo porque estamos muy lejos”. La probabilidad de que una amenaza de este tipo se materialice nunca es cero.
Si consideramos que un evento como ese puede ocurrir, hagámonos otras preguntas: ¿Cómo afectaría a mi empresa o marca? La respuesta puede ser tan variada como el nivel de involucramiento que tenga su marca o empresa en el hecho. ¿Es patrocinante del festival musical donde ocurrió el hecho? ¿Es organizadora o proveedora de servicios en el back stage del festival?
En cualquier caso, toda empresa o marca que programa o se vincule con eventos deportivos, artísticos, culturales, académicos, o de cualquier índole en los cuáles pueda haber un considerable número de personas reunidas, y que sea objeto de atención mediática, debe preparar un plan de gestión de crisis que contemple las fases de prevención, preparación, respuesta y remediación ante un posible incidente.
Las contingencias que se pueden presentar son múltiples. Van desde fallas en la logística de acceso, como ocurrió en la final de la Copa América en el Hard Rock Stadium de Miami en julio pasado, hasta lo ocurrido en Solingen.
En cualquier caso, una contingencia de cualquier tipo puede derivar en crisis y en afectación para personas, pérdida de bienes, responsabilidades civiles o afectaciones para la marca. Si tiene previsto organizar o patrocinar eventos masivos, recuerde incluir en su planificación un plan de gestión de crisis.
