La confianza es la base para una Empresa Socialmente Responsable

Por: Karla Moscoso

Fue un reto tener en manos la tesis doctoral, titulada «De la Responsabilidad Social Empresarial a la Empresa Socialmente Responsable», de Italo Pizzolante. Al iniciar la lectura me atrapó la manera en que el autor introduce una muy amplia y referida visión de cómo las empresas deben evolucionar en su relación con la sociedad, más allá de considerarlos clientes o consumidores.  

Es una lectura obligada para quienes queremos entender y crecer en el ámbito de la estrategia empresarial, este texto no solo trata el tema de la responsabilidad social como un concepto de acción aislada, sino que pone énfasis en un cambio de paradigmas que debe implementarse en las organizaciones: la transformación de una Responsabilidad Social Empresarial (RSE) a una Empresa Socialmente Responsable (ESR), que, a esta distancia cronológica, pareciera ser una acción pendiente de implementar. 

Una de las características fundamentales que Italo destaca en su texto es la confianza. En un entorno global donde las compañías a menudo son criticadas por su aparente poca atención a las demandas sociales y medioambientales, la confianza se establece como uno de los cimientos que se debe reforzar de manera consciente, siendo esencial para una relación sólida entre las empresas y la comunidad.  

Y es oportuno en el marco de tiempo actual el destacar este punto, cuando el Barómetro de Confianza de Edelman, presentado en el contexto de la reunión del Foro Económico Mundial en 2025, presenta como una necesidad urgente el trabajar en prácticas que aumenten y fortalezcan la confianza de los públicos de interés en organizaciones, instituciones y empresas. 

Pizzolante subraya que, para tener verdadera responsabilidad, las organizaciones deben establecer y preservar un ambiente de confianza con todos sus grupos de interés: trabajadores, clientes, proveedores y las comunidades donde funcionan. 

La confianza como motor de cambio 

Según la perspectiva planteada por Pizzolante en su propuesta, la confianza no es simplemente un valor moral o una expectativa de los consumidores, sino una demanda estratégica para el éxito a largo plazo de las empresas. 
 
En esta época de especulación frente a potenciales crisis económicas y la creciente inquietud por el efecto ambiental y social de las empresas, la confianza se transforma en un recurso inestimable que trasciende la mera reputación empresarial, siendo esta una consecuencia de la primera. 

Las empresas están ante el escenario de decisiones: si quieren perdurar – tener impacto y crear legado –, deben ser vistas no solo como acciones para facturar y aumentar sus ganancias, sino como agentes de cambio positivo en la sociedad.  

Este desafío solo puede abordarse si las empresas adoptan una postura genuina de compromiso social, más allá de las acciones superficiales o de marketing que muchos ya reconocen como greenwashing, y pasan a ocuparse a construir una relación de confianza basada en acciones con sus públicos. 

La transformación hacia una ESR 

Desde la primera vez que escuché una conferencia dictada por Italo Pizzolante, he notado que propone pasar de una RSE convencional- muchas veces calificada de filantropía – a ser socialmente responsable de la manera más honesta; se deben hacer ajustes transversales que incluyan los principios de transparencia, cuentadancia y cercanía con los públicos que son impactados por sus operaciones, que va más allá de una licencia social, para pasar a una integración de comprensión y diálogo permanente con las comunidades. 

Esta transformación no es simplemente un acto de voluntad, sino un procedimiento que demanda esfuerzos comprobables para alcanzar transparencia, comunicación franca y una conducta ética invariable. Así, la confianza se consolida como un elemento crucial de la cultura corporativa. La claridad en las decisiones y las prácticas empresariales constituyen el fundamento en el que se forja la confianza. Las empresas necesitan comprender que es necesario que sean capaces de asumir responsabilidad por sus acciones, demostrar su compromiso con los derechos humanos, el medio ambiente y las comunidades locales, y actuar con integridad en cada fase de su operación. 

La construcción de confianza no es solo una cuestión de acciones puntuales; se trata de una actitud constante, un compromiso que se materializa en cada decisión estratégica de la empresa. Así, la relación de confianza se convierte en un círculo virtuoso: cuanta más confianza generan las empresas, mayor es el apoyo y la fidelidad de sus grupos de interés, que se respalda en la propuesta de Luis Maturen, CEO de DATOS Group (empresa de investigación de mercados): “La confianza es ese seguro que se tiene previsto en caso de surgir una emergencia: la comunidad creada alrededor de la empresa la defenderá ante cualquier ataque reputacional”.  

El contexto actual y la vigencia de la confianza 

Aunque «De la Responsabilidad Social Empresarial a la Empresa Socialmente Responsable» fue publicado en 2008, el concepto de confianza tiene actualmente más relevancia que nunca.  

Actualmente, las empresas se encuentran en un entorno de creciente investigación pública, impulsado por la globalización, la hiperconectividad y el incremento en la conciencia social y ecológica de los consumidores. Cada vez más, los grupos de interés demandan la implementación de prácticas empresariales más éticas y claras. 

Hoy en día, los consumidores no solo demandan productos de alta calidad y asequibles, sino que también aspiran a que las compañías adopten una actitud proactiva ante desafíos mundiales como el cambio climático, la justicia social y la equidad. En este contexto, la confianza se transforma en un elemento clave. 

Las empresas que logren construir un auténtico lazo de confianza con su público podrán sobresalir y ganar la lealtad de sus clientes, empleados y accionistas.  

La propuesta de Italo Pizzolante sigue siendo vital hoy en día: para que las empresas sean socialmente responsables y produzcan un impacto duradero, deben basar sus estrategias en la creación de confianza. Este principio, que se prevé en 2008 en su estudio, se consolida como un respaldo esencial en el panorama empresarial contemporáneo.  

La confianza, más allá de ser un asunto meramente ético, es un recurso estratégico que puede definir el triunfo o el fracaso de las compañías en un mundo cada vez más consciente y exigente. Y la ruta hacia una auténtica responsabilidad corporativa implica una conducta genuina, clara y con un compromiso genuino con el bienestar social y medioambiental. 


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