La marca personal o personal branding es, básicamente, lo que la gente percibe que uno es. Todos los días y en todo momento vivimos construyendo nuestra marca personal aún si no nos lo estamos proponiendo.
Hace 25 años, el término comenzó a tener relevancia cuando Tom Peters, el gurú en gerencia y negocios, acuñó la expresión para resaltar la importancia de poner atención a una gestión que se daba por hecha, la administración de la huella personal que deja cada individuo de forma particular y única.
Aunque son muchos los especialistas en marca personal que señalan que la misma no se construye, sino que se gestiona, queda claro que debe existir un gran trabajo de introspección esencial que permita la construcción de ese arquetipo o modelo ideal, el cual dibuja en qué nos queremos convertir. Y este trabajo no es posible sin el autonocimiento y la honestidad que se requiere para identificar quién realmente creemos que somos y para qué servimos, y a partir de allí poder comenzar a desgranar no sólo la propia percepción, sino la del otro, nuestra audiencia. “Sé tú mismo. Los demás puestos están ocupados” – Oscar Wilde.
La ruta de construcción o gestión de la marca personal implica la definición de unos objetivos claros de permita diseñar estrategias y acciones coherentes. El poder de la marca personal depende en gran medida de la comunidad que se logra crear y mantener, de allí la importancia de generar contenido de valor y mantener una constante comunicación con nuestros relacionados. La reflexión que debe estar presente a la hora de generar contenidos es entender qué problema resuelve nuestro aporte y a quién se dirige.
No existe marca personal sin valor, sin entender el talento y las capacidades que se tienen para compartir, y cómo ese contenido tiene un impacto que genera una huella en quien lo recibe. Pero además del valor del entregable, están los valores fundamentales que son los principios que definen a una persona y que son parte del sello distintivo de cada uno. Todos ellos quedan plasmados en la forma de operar y de comunicarse con las audiencias. “La Marca eres Tú. El producto es lo que haces por los demás” – Andrés Pérez Ortega.
La marca personal es un ejercicio de honestidad radical, es un llamado a la autenticidad, es reconocer las habilidades duras y puntualizar las áreas en las que se puede aportar valor dada la experticia que se tiene del tema. De igual forma, existen también unas capacidades o talentos que son parte de lo que se es como persona, que se dan de forma natural y que, identificados, resultan una ventaja competitiva. Todo este reconocimiento personal debe conducir a lo que realmente apasiona al individuo, pero que además lo desea compartir con el mundo porque se necesita.
Detrás de una gran marca hay una gran historia y en personal branding no es diferente. La narrativa que se construye en marca personal debe estar desarrollada entendiendo claramente dos cosas, primero la audiencia que se desea alcanzar y segundo, los canales a través de los cuales se va a llegar. Entendiendo que cada medio tiene su propia forma de comunicar, se debe entonces traducir todo el proceso anterior de autonocimiento del propio talento, en un entregable de valor, que traduce la pasión por lo que se hace, los talentos y fortalezas junto a una propuesta diferenciada. “Sin huella emocional no hay personal branding. Déjate ver tal como eres”. Guillem Recolons.
La gestión de definición de la marca personal resulta un completo desafío, no sólo para el que realiza el ejercicio, sino para el consultor que debe hilar muy bien hasta extraer habilidades que muchas veces no suelen estar muy claras, hasta convertirlas en una contribución real. Este camino de reconstrucción no se trata de ser perfectos, sino diferentes, disruptivos y transformadores.