Es común ver algunos líderes que no inspiran a sus equipos eficientemente o que tienen personalidades que no colaboran con la generación de la confianza corporativa asociada a su rol, aunque cuentan con las credenciales y logran excelentes resultados.
Ante esa realidad de muchos equipo de trabajo es necesario planificar estratégiamente el desarrollo de liderazgos positivos, con personas reales que sean percibidas como líderes, por sus actuaciones con quienes se relaciona en el ámbito laboral y no solo por el cargo que le fueron asignados.
Justamente en esa fase de generar percepciones positivas en los grupos donde se quiere influir entra en juego la reputación y la confianza. De nada sirve tener lideres sin equipos convencidos y motivados a superar los retos del entorno y metas conjuntas.
Lao Tzu dijo: “para liderar a la gente, camina tras ellos”. Y hoy podemos interpretar esta afirmación como la capacidad que tienen algunos lideres de practicar la escucha activa con sus equipos, para ponerse en sus zapatos con empatía y traducir sus expectativas en acciones concretas, con las cuales logre fortalecer su liderazgo.
Si avanzamos un paso en el camino de liderazgo estratégico, aplican también las enseñanzas de Sun Tzu, quien dijo que “un líder lidera dando ejemplo, no por la fuerza”. Allí es donde nace la magia de la influencia y la confianza que construye una buena reputación. Ya sea por su nivel de conocimiento, sus habilidades persuasivas o por sus logros, el líder es efectivo y aporta valor reputacional, en tanto logra convencer genuinamente y no por coacción, amenaza o reprimenda (reducción de bonificaciones, invisibilidad laboral, menos reconocimientos, ascensos lejanos, etc.).
Pero si queremos seguir construyendo un liderazgo estratégico vale la pena repensar las palabras de Hans Finzel quien expresó que: “un líder lleva a la gente a donde nunca habrían ido solas”. Esta es mi frase favorita porque habla de un líder que no solo ejerce la escucha activa e influye con el ejemplo, sino que ayuda a sus equipos a trascender desde sus individualidades y valores, los cuales pueden coincidir o no con la visión o metas personales del líder, logrando superar el ego propio en beneficio de la organización.
Esa visión de liderazgo se observa resumida en las ideas de John C. Maxwell, quien considera que: “un líder es alguien que conoce el camino, recorre el camino y muestra el camino”. Lo que significa que hace falta una visión clara de dónde queremos llegar, de cómo lo haremos y de quienes nos acompañarán para lograrlo.
Para ser líder no es suficiente con la ambición personal y el trabajo individual, es un esfuerzo social que se logra más rápido si ayudamos a otras personas a crecer, para crecer juntos, allí es cuando se construye reputación corporativa, en esa visión de grupo, alineada y coherente con un propósito definido.
Para tener líderes que agregan valor a la construcción reputacional de la empresa, vale la pena repasar el proceso que requiere 3 fases ineludibles:
Autoconciencia:
Haga un diagnóstico de los líderes que forman parte de su organización.
- Pregunte a los colaboradores cómo son percibidos por sus grupos de trabajo y por otros grupos de interés.
- Defina cuál es la idea general que las personas tienen en la mente cuando se les pregunta su opinión sobre cada uno de ellos.
- Liste sus fortalezas y áreas de oportunidad y compare ambos aspectos con las metas reputacionales de la organización (y cómo sus virtudes o defectos colaboran con el logro).
- El análisis profundo que recoja las diversas opiniones de los interlocutores, le permitirá tener un argumento sólido para abrir un canal de conversación o diálogo honesto con cada líder en el marco de la construcción reputacional de la compañía y el rol que tiene en ella.
El objetivo primordial de esa primera fase es ayudarlos a reconocer las percepciones que generan. Que el líder vea este análisis como una ayuda a su crecimiento profesional y no como una amenaza o crítica negativa.
Compromiso
Cree un plan personalizado según las oportunidades identificadas, para mejorar las percepciones que giren en torno a su liderazgo dentro de la empresa. Con acciones medibles y posibles de ejecutar sin sacrificarse.
Diseñe un plan de acción siempre vinculado a los objetivos reputacionales de la organización que son la mejor y razonable excusa que lo comprometa a moverse en esa hoja de ruta, como una actividad inherente a su cargo.
Acción:
- Narrativa: que tenga claro que decir de la empresa no solo desde su unidad de negocio, sino a nivel institucional le ayudará a reforzar la credibilidad en el grupo.
- Herramientas: capacitaciones en habilidades blandas vinculadas a la gestión de su reputación: presentaciones efectivas, vocería ante situaciones complejas, gestión del estrés, actualización de sus perfiles en entornos digitales y otros tópicos claves.
- Espacios de posicionamiento: identifique oportunidades de exposición de cada líder (reuniones de trabajo, eventos sociales de la empresa, momentos on line para compartir, capacitaciones internas, celebraciones del mes, etc.) donde pueda mostrar sus diferentes facetas, lidere con el ejemplo y le ayude a construir una imagen positiva. En espacios donde se fomente un ambiente positivo dentro del entorno de trabajo, donde se valore el esfuerzo y se celebre el éxito. Esto puede aumentar la motivación y la productividad del equipo.
Cambiar de un liderazgo tóxico a uno positivo no es fácil, pero con planificación, dedicación, ensayo y ayuda especializada, es posible.