Según el último informe sobre las tendencias en reputación y gestión de intangibles de Approaching The Future 2023, la emergencia climática ocupa el último lugar de los 10 ámbitos estudiados y se encuentra dentro del tercer nivel de relevancia para los profesionales.
Dentro de las acciones y retos en Emergencia Climática, tal vez el menos trabajado para los encuestados se destaca la inversión con criterios ASG y de sostenibilidad, donde solo un 31,1 % de las organizaciones apuestan por la implementación de este tipo de estrategias de inversión. Sin embargo, frente a la misma encuesta del año anterior, se observa un crecimiento significativo de 21,2 puntos. De acuerdo con el estudio, una de las causas se debe a que el 40 % de los altos directivos encuentra dificultades en la implementación de una estrategia de inversión con criterios ASG, frente al 47,4 % de los profesionales consultados
Para ahondar sobre la importancia de que esta tendencia pueda ocupar un mejor lugar de relevancia, entendamos primero de qué se trata la sostenibilidad en las inversiones:
También conocida como inversión sostenible o inversión socialmente responsable (ISR), se refiere a la práctica de considerar criterios ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ASG) al tomar decisiones de inversión.
La inversión sostenible busca generar rendimientos financieros al tiempo que se promueven valores y principios sostenibles. Esto implica considerar factores no financieros, como el impacto ambiental de una empresa, sus prácticas laborales, la gestión ética y transparente, así como su contribución a la sociedad en general.
Los inversores sostenibles adoptan diferentes enfoques para integrar criterios ASG en sus decisiones de inversión. Algunas de las estrategias comunes incluyen:
- Inversión de valores: Se basa en seleccionar empresas o sectores específicos que estén alineados con los valores y principios del inversor. Por ejemplo, un inversor puede decidir invertir en compañías que promuevan energías renovables o que tengan prácticas laborales justas.
- Exclusión de inversiones: Consiste en evitar invertir en empresas o sectores que no cumplan con los criterios ASG del inversor. Por ejemplo, se pueden excluir empresas involucradas en la producción de armas, tabaco o combustibles fósiles.
- Integración de criterios ASG: Esta estrategia implica evaluar el desempeño ASG de las empresas como parte del análisis de inversión tradicional. Se consideran factores ASG junto con los fundamentos financieros al tomar decisiones de inversión.
- Inversión de impacto: Se enfoca en invertir en empresas, organizaciones o fondos que buscan generar un impacto social o ambiental positivo, además de obtener rendimientos financieros. Estas inversiones se centran en abordar desafíos sociales y ambientales, como la pobreza, el acceso a la educación o la sostenibilidad ambiental.
Existen diferentes marcos y estándares para evaluar la sostenibilidad en las inversiones. Algunos de los más conocidos incluyen los Principios para la Inversión Responsable de las Naciones Unidas (PRI), los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU y las directrices establecidas por organizaciones como el Global Reporting Initiative (GRI) y el Sustainability Accounting Standards Board (SASB)
El creciente interés en la sostenibilidad ha llevado a un aumento significativo en la inversión sostenible en los últimos años. Los inversores están reconociendo que las consideraciones ASG pueden tener un impacto en el rendimiento financiero a largo plazo de una empresa. Además, la demanda de inversiones sostenibles está siendo impulsada por la preocupación por el cambio climático, la desigualdad social y otros problemas globales.
Sin embargo, como lo manifiesta el informe de Corporate Excellence, en este aspecto aún queda mucho por hacer, pese al esfuerzo de empresas, gobiernos e instituciones por impulsar acciones que mitiguen de forma significativa los efectos de la economía en el planeta.
El avance de la regulación y la armonización de los criterios pueden ser factores que en un futuro cobren mayor relevancia para que sea una prioridad dirigir los recursos hacia actividades sostenibles, que contribuyan a reducir la contaminación, la degradación de los ecosistemas y la escasez de recursos naturales, para preservar el planeta a las generaciones futuras.